No era un día cualquiera, ni una boda cualquiera, hasta yo tenía ganas de que llegase el 27 de diciembre. Empecé visitando a German, de él puedo decir que es una persona que le encanta el deporte y que con esfuerzo ha conseguido trabajar en lo que le apasiona, cauto y perseverante, amigo de sus amigos y muy familiar.
Más tarde estuve con Sandra, de ella puedo decir mil adjetivos y os aseguro que ninguno sería malo, es inteligente, sencilla, elegante, un encanto que no todo el mundo tiene.Preciosa, radiante, espectacular, así la vi y así me lo demostró, porque creo que hay pocas novias que disfrutan de ese día y ella supo disfrutarlo desde el minuto uno rodeada de toda su familia, una iglesia donde los detalles apremiaban y con una iglesia repleta de gente, donde nadie quería perderse ese momento, ese SI QUIERO.
Una tarde navideña como las de las películas faltaba la nieve, una temperatura fría pero a su vez agradable con un coctel de miedo, con granada alumbrando a esta hermosa pareja o podríamos decir que ellos alumbraban la ciudad, un momento para el recuerdo. La decoración y la organización hicieron una velada perfecta, creo que para un día así no se puede pedir más. No sé ni a la hora en la que terminemos, sería tarde pero dio igual, porque nadie quería que acabase. Disfruté y me emocioné, una boda con una celebración de cuento, un marido y una mujer muy especiales y unos invitados de lujo.
Agradecerles que confiaran en mí y me dejaran hacer todo lo que imaginaba y sentía en cada momento, ellos me lo pusieron fácil y valoraron mi trabajo, ojalá y todos los días me dieran la misma libertad y la misma confianza que vosotros depositasteis en mi…
Angel Blanco